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El Yunque, Puerto Rico: Primer Parque Nacional de España

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La historia de El Yunque es una muy rica e interesante, Sin embargo, como en tantos casos que tanto se repiten en la historia de Puerto Rico, las partes que corresponden a España y la fundación del Bosque por la Monarquía han sido borradas o convenientemente «omitidas» del discurso historiográfico puertorriqueño por pseudo «historiadores» sin escrúpulos con sesgo colonialista (ELA, anexión) o agenda independentista. Incluso llaman al mismo un legado Taíno cuando fueron los españoles quienes establecieron su protección y condición de reserva forestal.

El Bosque Nacional El Yunque  (antes llamado Bosque Nacional del Caribe) es un parque nacional forestal localizado en Puerto Rico. Para los indios Taínos, la Sierra de Luquillo, el Bosque Pluvial y El Yunque, con sus picos cubiertos de blancas nubes, representaba un lugar sagrado.  Su nombre es una adaptación al español de la palabra de origen taíno «Yu-Ke», que significa tierras sagradas o «Tierra Blanca». Aducen algunos que la topografía del monte, es decir, su forma aplanada, recuerda a un yunque de herrero. Parece ser que esto contribuyó a su nombre en español.

Para los taínos Yucahu, el dios de la paz, tranquilidad y benevolencia residía en la cima de la montaña «Yu-Ke», desde la cual protegía al pueblo taíno de su hermano el dios Juracán, responsable de tormentas, huracanes o juracanes y malas cosechas.

Por ello los taínos peregrinaban a la cima en busca de conexión con su dios. Además, para los taínos la cima de la montaña representaba el cemí del dios Yucahu, debido a que asociaban por su parecido.

Evidencia de la presencia de los indios son los petroglifos que pueden encontrarse en las piedras de los ríos. Es uno de los lugares conocidos más lluviosos del mundo. Es también un lugar turístico, muy visitado, admirado y protegido por los ciudadanos de la Isla.

El Yunque es un bosque pluvial semitropical de temperaturas frescas, localizado en la Sierra de Luquillo al este de Puerto Rico. Comprende 113,32 km². Aunque no es el punto más alto en el archipiélago puertorriqueño, se le puede observar a larga distancia. Municipios tan distantes como Vieques, Culebra, San Lorenzo, Caguas, Barranquitas, Cayey, Aibonito, entre otros, pueden observar este patrimonio nacional. El Centro de Visitantes, ‘El Portal’, está localizado en la entrada del bosque, en la carretera #191, en el km. 4.3. Posee exhibiciones educativas y un teatro. El viajero encontrará, además, personal del Servicio Forestal quienes le brindarán información y les guiarán en su recorrido por el bosque.

Nuestros antepasados de la península Ibérica llegaron a Puerto Rico durante la década de 1490; a principios del 1500, ya había comenzado la colonización en los valles de los ríos que brotan de la sierra de Luquillo. En aquel momento, los aborígenes de la Isla -taínos- estaban en conflicto con los Caribes -. Poco tiempo después, se encontró oro en las arenas de los ríos Blanco, Canóvanas, Espíritu Santo, Fajardo, Grande, Mameyes, De la Mina, Prieto y Sabana. El primer descubrimiento se produjo en 1509, y la minería de placeres se puso en marcha en el Río Fajardo y el Río Blanco alrededor del año 1513.

La minería de métodos rústicos, fue la actividad económica más relevante de la Isla durante principios del siglo XVI, incluso en las montañas del este. El período de mayor actividad minera finalizó alrededor del año 1530.  La minería continuó en el siglo XX a lo largo de varios ríos, incluso el Río Mameyes, donde se buscó oro en la cuenca alta hasta 1870 y debajo del puente conocido como Puente Roto hasta 1946. A nivel local, la minería tuvo impacto en las montañas.

Los campos mineros dependían de la tala de árboles para la construcción de túneles, diques, canales, cabañas de protección, corrales para el ganado, leña y el transporte de los equipos (Anderson-Córdova, 2005). A lo largo de este período, nuestros predecesores de origen peninsular usaron la resina de la Dacryodes excelsa para calafatear la madera de sus barcos.

Dacryodes Excelsa: es un árbol nativo de Puerto Rico con un hábitat que se extiende hasta las Antillas Menores en la región del Caribe. Sus nombres vernáculos ingleses incluyen gommier y madera de vela. Su nombre común en español es tabonuco.

RAE

calafatear De calafate y -ear.1. tr. Cerrar las junturas de las maderas de las naves con estopa y brea para que no entre el agua.2. tr. Cerrar o tapar junturas.

Calafatear: En la construcción naval se denomina calafatear a la acción de introducir entre dos tablas del casco de madera una combinación de estopa de cáñamo embebida en brea a fin de evitar la entrada de agua. En la actualidad, también se utilizan productos sintéticos para realizar la operación


Durante los años 1600, Puerto Rico permaneció aislado con sólo tres áreas pobladas y residentes que vivían del contrabando, las migraciones desde Europa hacia América se decantaban por grades extensiones de territorio continental y ausentes de actividad ciclónica , tan detrimental para la actividad agrícola. En la década de 1730, se introdujo y se plantó café en las laderas más bajas de la sierra de Luquillo. Entre los años 1772 y 1890, se produjo el asentamiento de ocho poblados alrededor de dicha sierra, con la mayor afluencia después de 1820.

En 1815, la Cédula de Gracia concedió terrenos de la Corona sobre la Isla para el desarrollo agrícola, a fin de estimular la economía local a través de nuevas granjas y negocios. Durante la década de 1830, algunos de los terrenos puestos a disposición se ubicaban en la sierra de Luquillo. Entre mediados de la década de 1830 y mediados de la década de 1890, se talaban árboles de las laderas más bajas de las montañas, incluso en las cuencas de Bisley, Jiménez y Mameyes, y se exportaba al exterior a través del puerto del poblado costero de Luquillo. Se plantaban cultivos de subsistencia a medida que los terrenos de la Corona disminuían en la zona.

No obstante, desde 1839, nuestros antepasados peninsulares expresaron su preocupación respecto de la protección de los bosques, los peces y la vida silvestre de las montañas. Por disposición de la Reina Isabel II, la Corona Española  ordena la creación en Puerto Rico de la Junta de Protección de Bosques, Peces y Vida Silvestre. La Corona señala que la marinería debe de ser el principal elemento de la prosperidad y defensa de la Isla y de que por ende la Junta debe laborar para regular la utilización de toda clase de madera con fines a la construcción naval y la marinería.

En 1843 la Junta de Protección de Bosques, Peces y Vida Silvestre solicita la creación de subjuntas en todo pueblo cabecera de distrito judicial para que informase sobre todos los asuntos a consultarse de índole forestal.

En 1844, la Corona secunda los trabajos efectuados por la Junta de Protección de Bosques, Peces y Vida Silvestre en lo relativo a la prohibición del corte de maderas para la construcción naval. Entre esas especies se incluyó el mangle botoncillo (Conocarpus erectus) y el mangle colorado (Rhizophora mangle). No obstante, la Junta recomendó el que debía de observarse especiales consideraciones para con las maderas descritas o clasificadas como finas o de lujo. Entre esas especies se ubicaba el aceitillo (Zanthozylum flavum) y el haití (Gymnanthes lucida).

Por otro lado, se recomendó la propagación de las palmas ya que entre otros beneficios alejaban las tempestades a ciertas distancias.

Otras medidas estaban encaminadas hacia la siembra de árboles en los caminos (cada
Ayuntamiento sufragaría los gastos de sus respectivas jurisdicciones), evaluar la creación de plazas de guardabosques y la prohibición de la tala y quema del arbolado de las concesiones de la Junta Superior para el Repartimiento de los Terrenos Baldíos.

En 1848, por disposición de la Corona se le otorga el título de “MUY LEAL” al pueblo de Arecibo. Esa distinción obedecía a la destacada participación del Departamento de Arecibo en el corte de maderas efectuadas con destino al Arsenal de la Marina así como a la construcción de varios diques españoles. No empece a la oposición del gobernador, Juan Prim y Prats, el Ministro de Ultramar le ordenó se cumpliese con el reconocimiento real al pueblo de Arecibo. Según Prim y Prats, tal acción no era meritoria y de que tales títulos debían concederse, entre otros reconocimientos, por actos heroicos a través de las armas en la defensa de los intereses españoles.

En 1853 se enviaron dos silvicultores  peninsulares a investigar y administrar los terrenos de la Corona, incluidos aquellos en la sierra de Luquillo. El siglo XIX, Puerto Rico se caracterizó por presentar un rápido incremento de la población, una mayor demanda de tierras agrícolas, prácticas agrícolas deficientes, constantes conflictos políticos, una falta de comunicación entre los centros metropolitanos y la población rural, y la escasez de personal y presupuesto para las actividades forestales. Todo esto generó una dramática reducción de la superficie forestal de la Isla (Domínguez Cristóbal, 1989). Por disposición real se destacan a Puerto Rico a los ingenieros forestales Don Antonio Zechini y Don José Gomila para que integren una comisión forestal que redactaría el documento “Memoria de reconocimiento de la Comisión Forestal de Puerto Rico”.

Este trabajo estaba integrado por tres partes: natural (inventario de montes, extensión, límites, vegetación, clima, velocidad y dirección de los vientos, posición geográfica, orográfica e hidrografía), legal (tenencia) y la forestal. Esta última se subdividía en: producción (especies dominantes y subordinadas, aprovechamientos); consumo voluntario (centros de consumo y usos); consumo involuntario (incendios, ataque de insectos, salud forestal) y la forestal (personal, colecciones de maderas, equipo).

Por recomendación del gobernador, Fernando de Norzagaray, “estos se establecieron su centro de operaciones inicial en Loíza debido a la abundancia de las maderas para uso naval en este pueblo, Luquillo y Río Grande”. Román Baldorioty de Castro, comienza a ejercer la cátedra de botánica en el Seminario Conciliar en San Juan. Por su promoción del autonomismo, una ideología nueva e incomprendida pero leal a España, sufrió persecución política. No obstante, venció su ideología y convicción al nivel en que llegó a ser Presidente del Partido Autonomista Puertorriqueño y Diputado en las Cortes o Congreso de los Diputados, en Madrid por la Provincia de Puerto Rico.

En 1854 se redacta el primer informe trimestral de la Comisión Forestal de Puerto Rico. La Real Maestranza de Artillería presentó una colección de 180 muestras de maderas del país en la 1ª Feria de Exposición de Bellas Artes, Industria y Agricultura celebrada en San Juan. De ella se comentó que muy bien podía participar en la Exposición Universal de París a celebrarse en 1855 para que de esa manera se reconociera la riqueza maderera del país. Creación del Jardín Botánico de Puerto Rico en los terrenos aledaños a la cárcel de La Princesa en San Juan.

En 1860 Miguel Fernández Balmaceda es destacado a Puerto Rico como Ingeniero de Montes. En 1861 Fernández Balmaceda informa que la riqueza forestal de Puerto Rico ascendía a 139,259 hectáreas (13.07 por ciento) de las cuales 117,279 hectáreas estaban en manos particulares. Ante esa situación destaca que el área de bosques de la Isla era “mucho menor que la necesaria para satisfacer las necesidades cosmológicas de la provincia”. El informe descrito no incluía los pueblos de San Germán, Naranjito y Luquillo.


Historia Forestal: Índice de Fechas

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En 1860 los terrenos fueron protegidos por el gobierno penínsular como Bosques de la Corona. En 1876 el Rey Alfonso XII aprobó leyes estableciendo reservas forestales protegidas por la Corona e incluyó y proclamó para la Provincia de Puerto Rico el bosque en la Sierra de Luquillo una reserva de 10,000 hectáreas (24,710 acres) ó 12,000 cuerdas de terreno  convirtiéndose así en la Primera Reserva Forestal del Reino  y en una de las reservas forestales más antiguas del Hemisferio Occidental, donde la conservación del suelo y del agua, y la extracción de madera eran reguladas y exigidas por la Inspección de Montes.



La fecha que se ha tomado como referencia del origen de los Agentes Forestales y Medioambientales de España fue el 11 de julio de 1877, cuando, bajo el reinado de Alfonso XII, se promulga la Ley de Mejora, Fomento y Repoblación de los Montes Públicos. En dicha Ley se crean los denominados “Capataces de cultivos” y dos años más tarde se les autoriza a denunciar los daños que se causen en los bosques. Unas décadas después, ya en el año 1907, tras apreciar la necesidad de contar con un Cuerpo específico dedicado a la protección y conservación de los montes, se crea el Cuerpo de Guardería Forestal del Estado. Más tarde, ya en la Segunda República, los miembros del Cuerpo de Guardería Forestal Republicana pasan a ser considerados Funcionarios Públicos, se determina el acceso al Cuerpo mediante oposiciones y se declara oficialmente a los Guardas Forestales Auxiliares de Orden Público.

En 1885, se asignó un guardabosques para patrullar la sierra de Luquillo. En aquel momento, los problemas de transporte eran el motivo principal que desalentaba la explotación de madera.

El Parque Nacional El Yunque
fue el primer
Bosque Nacional protegido de España

Luego de la guerra hispano-estadounidense, España es forzada a ceder el archipiélago de Puerto Rico a Estados Unidos. En 1898 las tierras de la Corona pasan a manos del gobierno de los Estados Unidos y en 1903 el Presidente Theodore Roosevelt proclamó el bosque pluvial ‘El Yunque’ como Reserva Forestal de Luquillo a manos del Departamento de Agricultura de EE.UU. convirtiéndose así en el único bosque pluvial tropical en el Sistema Forestal Federal de ese país, sólo 4 años después de la creación del parque nacional de Yellowstone en 1872, el primer parque nacional en los Estados Unidos.

En 1976 la UNESCO lo proclamó como la primera Reserva de la Biosfera Internacional.



Flora y Fauna de ‘El Yunque’:

Dispone de una vegetación muy variada, albergando alrededor de 240 especies de árboles.

El interior del Yunque se compone de cuatro tipos de bosques, cada uno de ellos determinados por su altitud, Bosque de Tabonuco, Bosque de Palo colorado, Bosque de palma de sierra, Bosque enano o de nubes.

El pico más alto El Toro está cubierto de árboles enanos, este espacio único se conoce como el bosque enano o de nubes.

El Yunque cuenta con una gran variedad de plantas únicas en su tipo, con más de 20 variedades de tipos de orquídeas y diferentes tipos de hongos. Por la espesa vegetación es un lugar fresco de montaña y selva sub tropical.

Sin lugar a dudas quedarás sin aliento ante la exuberante belleza del Bosque Nacional El Yunque; mientras caminas por sus veredas disfrutando de sus paisajes, sonidos únicos como lo es el canto del coquí, podrás disfrutar de un baño en alguna de sus maravillosas cascadas. El bosque pluvial El Yunque único en el mundo y patrimonio de la humanidad te ofrece una experiencia relajante y maravillosa.

La magia de visitar El Yunque es observar la variedad de plantas que han sabido crecer y adaptarse en el ambiente lluvioso creando diversos espacios como lo es el bosque enano.

El Yunque es también el hogar de especies en peligro de extinción como lo es la cotorra puertorriqueña y variedades del coquí; rana autóctona y emblemática de Puerto Rico

Su belleza es indescriptible, te robará el aliento mirar el horizonte desde el pico ‘El Toro’ del Yunque.

La mayor parte del bosque está en la Sierra de Luquillo, siendo el punto más alto el pico El Toro, que se eleva a más de 3,500 pies sobre el nivel del mar. La segunda mayor elevación es el pico El Yunque. Las precipitaciones pueden llegar a más de 200 pulgadas al año en los lugares más elevados del parque. La temperatura se mantiene estable durante todo el año, entre los 70° y 80° F, sin que se noten claramente los cambios de estación.

El Yunque es uno de los parques más pequeños, con alrededor de 28,000 acres de extensión. Es el único en el que llueve todo el año y uno de los que mayor diversidad biológica presenta. Alberga 240 especies de árboles, de los cuales 88 son endémicos o poco comunes y 23 solo pueden encontrarse en la zona. Destacan, además, más de 150 variedades de helechos y 50 especies de orquídeas. En cuanto a la fauna, El Yunque constituye el hábitat de 127 especies terrestres, 5 de ellas en peligro de extinción, y 10 acuáticas.

Entre las especies de animales que pueden encontrarse en El Yunque están los coquíes. Estas pequeñas ranas son consideradas un tesoro nacional por ser endémicas de Puerto Rico. En la actualidad, conviven en ‘El Yunque’ 13 especies diferentes de coquíes.

El Yunque es una de las principales atracciones turísticas de Puerto Rico, visitada por alrededor de 600,000 personas al año. Con el paso del huracán María en septiembre de 2017, varias de las áreas del bosque sufrieron grandes daños. El esfuerzo de trabajadores del lugar y voluntarios para la recuperación del parque ha permitido el acceso a gran parte de las atracciones, aunque todavía hay áreas que requieren un período de reconstrucción más extenso.

La naturaleza habrá de renacer y recuperar para esta y futuras generaciones esta magnífica Reserva Forestal, parte del incalculable y valioso legado que hemos heredado los puertorriqueños de la Madre Patria España.


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