La Involución Hispanoamericana: Capítulo 34/40

De provincias de las Españas a territorios tributarios

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La guerra de secesión de Hispanoamérica con España terminó el 9 de diciembre de 1824, fecha en la cual Antonio José de Sucre (general venezolano, 1795-1830) derrotó totalmente a las fuerzas militares españolas.

A partir de esta fecha Hispanoamérica se desintegró: “Perú queda gobernado por una aristocracia regresiva y aislacionista. El general Andrés de Santa Cruz se llevaba a Bolivia de cabestro o rienda por un rumbo propio. Venezuela se independiza de Colombia bajo el imperio del general José Antonio Páez. El general Juan José Flores había unido a Guayaquil y Quito para crear la República del Ecuador. Colombia quedó reducida a la parte central del Virreynato de Nueva Granada. […] Dieciséis millones de americanos iniciados apenas en la vida libre quedaban al albedrío de sus caudillos locales”, reflexiona García Márquez (García Márquez, 1989: 40-41). Y detrás de “caudillos locales”, agregamos nosotros, los Tratados de Amistad, Comercio y Navegación con los cuales Gran Bretaña, a partir del 2de febrero de 1825, instrumentó en Buenos Aires sus planes de conquista de 1711 y de 1804.

Gran Bretaña gozaba de la firme alianza de los pocos hispanoamericanos a quienes había asociado a sus intereses y con quienes había formado una estructura administrativa férrea en los inmensos territorios de la América española que, con ardides, engaños, con astucia y con sagacidad había arrebatado a España con la promesa de evitar su dominio por Napoleón. Gran Bretaña había sacralizado su estafa y su despojo bautizando con los nombres de emancipación y libertad. De provincias de España pasó a convertirse jurídicamente —por el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1825 que le fue impuesto— en territorio tributario de Gran Bretaña y de sus intereses asociados a ésta en otros países. Jamás fue independiente.

Recapitulemos: durante el cautiverio de Fernando VII (1808-1814)los territorios de “España” ibérica no dominados por Napoleón fueron gobernados por el Consejo de Regencia y por las Cortes (congreso de la España peninsular y de las “Españas” de ultramar) que en 1808 sesionaba en Cádiz. En 1812 estas Cortes sancionaron la Constitución con la cual debería gobernar Fernando VII cuando recuperase el trono. Correspondientes con la Constitución de España de 1812 fueron las leyes de la Asamblea General Constituyente de 1813 en Buenos Aires. Como es de ver, se establecía en las “Españas” de América un régimen constitucional para las mismas, pero sin separar estos territorios del imperio español. Eran constituciones provinciales. Empero, estas constituciones no alteraban los planes británicos ni la alianza Apodaca-Canning, celebrada en 14 de enero de 1809. El precio de esa alianza era para España el siguiente:

a) Comercio libre y exclusivo de Inglaterra con las posesiones de Hispanoamérica.
b) Mediación entre la metrópoli de Gran Bretaña y las juntas rebeldes que en Hispanoamérica creaban los mismos británicos.

El mejor aliado que encontró Gran Bretaña para incrementar cada vez más su acción en América fue el mismo Consejo de Regencia. “Las Cortes Generales Extraordinarias […] han venido a admitir la mediación que acaba de ofrecer SM británica. […] El 30 de agosto de 1811, la Regencia de España, por intermedio de su ministro de Asuntos Exteriores, José Pizarro, expresaba que no era tolerable la ingerencia de Gran Bretaña en cuestiones de resolución interna de España. La mediación por parte de una tercera potencia sólo es admisible cuando las cuestiones se suscitan entre naciones distintas. De no ser así, la intervención es inadmisible” (Giménez Vega, 1972: 116).

No obstante estos conceptos claros con respecto a los planes británicos, el Consejo de Regencia Español admitió la mediación británica imponiendo a Gran Bretaña cláusulas secretas que limitasen su accionar. La ingenuidad española era, como se advierte, superlativa.

La Regencia de España […] lo hacía porque temía que Gran Bretaña abandonase a España y a las “Américas” frente a Napoleón. En especial en momentos en que Gran Bretaña le anunciaba al Consejo de Regencia la remisión de recursos para constituir un ejército de 100.000 hombres para luchar contra la invasión francesa: tales recursos nunca llegaron. Lo que Gran Bretaña se había propuesto era simplemente paralizar a España en sus relaciones con las provincias de América. De esta manera se presentaba como depositaria y responsable de la voluntad de España en su carácter de apoderada exclusiva para la mediación (Giménez Vega, 1972: 120).

Entre tanto se aceleraba en América el proceso de sustitución de gobiernos, desplazando a las autoridades españolas y sustituyéndolas por juntas de americanos que gobernaban en nombre de Fernando VII. Esto obligaba a España a mantener su alianza con Gran Bretaña y quedar sometida a sus condicionamientos económicos y de política exterior.



Fuente: https://es.slideshare.net/…/la-involucin…

Julio C. González, profesor de Estructura Económica: Universidad de Buenos Aires / Universidad Lomas de Zamora (República Argentina).


A Proposal for Humbling Spain: Una Propuesta para Humillar a España (1711)

South American Independence or Emancipation, the Glory and Interest of England (1807)

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